LE CHATEAU DE SEÏD EL
CASTILLO DE SEID
Del libro "Premières poésies"
C'était un château-fort tout proche des Espagnes, Era una
plaza fuerte muy cercana a las Españas,
Dont les créneaux moussus tombaient de vétusté: cuyas
almenas cubiertas de musgo se caían de puro viejo:
On eût dit un géant, sombre enfant des montagnes, se diría
un gigante, hijo sombrío de las montañas,
Sublime de silence et d'immobilité. sublime en su silencio y
su inmovilidad.
Il restait sur son socle entrelacé de lierres, Descansaba
sobre su basamento ceñido por la hiedra,
Groupe informe de rocs, de gouffres et de pierres. montón
informe de rocas, simas y piedras.
Montagnes et rochers, c'était son piédestal; Montes y
roquedas formaban su pedestal,
Et la neige du ciel couvrait de ses suaires y la nieve del
cielo cubría con su sudario
Les pieds du monstre colossal. los pies del colosal
monstruo.
II
Il dormait,
ou veillait. O splendeur des ruines! Dormía o velaba. ¡Oh, esplendor de las ruinas!
L'ouragan reculait devant le vieux manoir, La tormenta
retrocedía ante la vieja mansión;
Et lui, gros de passé, dominant les collines, y ésta,
excesiva, dominando las colinas,
A la foudre en furie opposait son front noir. al relámpago
enfurecido ha opuesto su negra frente.
Au loin, dans les vallons tout frissonnants d'ombrages, A lo
lejos, en los valles donde las sombras trémulas abundan,
Les rayons du soleil doraient les verts feuillages; los
rayos del sol doraban el verde follaje;
Les hêtres chevelus abritaient le pastour; las hayas
frondosas cobijaban al pastor;
Et souvent y chantaient les colombes sauvages y cantaban a
menudo las palomas torcaces
Aux doux gémissements d'amour. con dulces gemidos de amor.
III
Mais le manoir, chargé de grandeur menaçante, Pero la
mansión, llena de grandeza amenazadora,
Gardait comme un vieillard son silence et sa nuit; como un
vejestorio velaba por su silencio y su noche;
Et sur les murs brisés de sa tête croulante, y sobre los
resquebrajados muros de su tejado hundido
Le lugubre hibou hululait dans son nid. ululaba el lúgubre
búho en su nido.
Pour remparts, il avait les rocs des Pyrénées; Como
parapetos, tenía las rocas de los Pirineos;
Pour fossés, les torrents; pour faîte, les nuées, como
fosos, los torrentes; como techo, las nubes,
Où son front se perdait lorsque tombait le soir. donde su
frente se perdía aunque cayera la tarde.
Il se tenait debout avec ses destinées, Se mantenía en pie
con su destino,
Calme comme le désespoir. tranquila como la desesperanza.
IV
D'austères visions passent sur vos décombres, Austeras
visiones pasan ante vuestros escombros,
Où parle le silence à l'homme qui frémit, donde el silencio
habla para el hombre que se estremece.
O vous, des souvenirs, cariatides sombres! ¡Oh, vosotros, recuerdos, sombrías
cariátides!
O castels crevassés dans vos murs de granit! ¡Oh,
castillejos de muros de granito agrietados!
Car l'ogive se tord en mauresques spirales Pues los arcos se
tuercen en espirales moriscas
Sur vos trèfles de bronze aux formes sculpturales... sobre
vuestros tréboles de bronce de diseños esculturales;
Et le marbre Abasside, oublié seul du temps, y el mármol de
los abasidas, olvidado en el tiempo,
Estompe leurs contours d'armes orientales, representa las
armas orientales en su superficie,
Sceau d'une race de géants. el rastro de una raza de
gigantes.
Nos hallamos ante unas rimas que, razonablemente, podrían juzgarse escritas también por el "perfecto mago de las letras francesas"; de hecho, su estilo puede rastrearse sin la menor dificultad en la atmósfera sobrecogedora, la ubicación española y la minuciosidad de la obra. Sin embargo, su autor no fue Gautier, sino el pretendiente de una de sus hijas -que pudo haber llegado a ser su cuñado. Pero, al contrario que le ocurrió a Mèndes, Villiers De L'Isle-Adam -amigo íntimo, además, de éste- ni vio colmadas las esperanzas puestas en su idilio ni cosechó los éxitos editoriales del que pudo haber sido cuñado de su mujer.
En Villiers, hayamos el absoluto reverso del ya presentado Mèndes: un parnasiano de la primera hornada que, conforme iba hundiéndose en la misantropía del creador fracasado -que ve su obra alabada por unos pocos pero ignorada por la gran mayoría-, empezó a distanciarse enseguida de la ortodoxia del movimiento. ¡Curiosa pauta, que se verá reproducida en la mayoría de los parnasianos! El ascenso social refuerza la lealtad hacia los propios ideales estéticos, como si en la prosperidad se revelera el favor de Apolo. Por el contrario, el fracaso, la penuria, la marginación, conducen inevitablemente a un desapego social que, a su vez, induce un desapego ideológico: el germen de algo novedoso -concretando: del simbolismo y el decadentismo. El poeta exitoso tiende a mostrarse condescendiente hacia el gusto imperante, actuando el público y él como polos que se atraen; el poeta "maldito" -como acertará a catalogarlo Verlaine- tiende a distanciarse de la moda, a innovar, a expresarse crípticamente: el público y él son polos que se repelen. Y, puesto que, de entrada, no cuenta con el interés de la mayoría, tampoco se halla sujeto a la necesidad de hacerse comprender por ella.
En resumen: poeta parnasiano, poeta acomodado y envidiable; poeta simbolista, poeta ambulante y envidioso. Sobre la base de esta hipótesis, podría abordarse también el estudio de la literatura francesa de finales del s.XIX, y llegar a trastocar todas las conclusiones de los manuales de Historia del Arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario