En la tercera antología de 1876, en "Le Parnasse contemporain" llegaron a publicar infinidad de autores, más que ocasiones anteriores, pero aparte de los ya considerados en otras publicaciones de este blog, quedarían por tratar un pequeño grupo que es el que está siendo objeto de atención este año.
Jules Breton (1827-1906), por ejemplo, fue un conocido
pintor de estilo realista y costumbrista, oriundo de las provincias costeras
del Canal de la Mancha, que además escribía versos inspirados en los mismos
paisajes rústicos que reproducía con magistral fidelidad. El ensalzamiento del
mundo rural y las costumbres de las gentes humildes le hicieron acreedor de la
admiración del propio Van Gogh, muy próximo a su sentir personal aunque no a su
técnica pictórica, de corte clásico y academicista.
En sus rimas expresa con palabras lo que en sus lienzos con
la pintura: las peculiaridades de su región natal y la idiosincrasia de sus
paisanos, lo que les otorga un sabor genuino y peculiar que no puede, por
menos, que ir en detrimento de la universalidad de su obra, como ocurre
siempre, a la fuerza, con todos los cantores de provincias.
Por su parte, Gabriel Vicaire (1848-1900) procedía del este
de Francia, de una región alpina próxima a Suiza, cuyas peculiaridades le
sirvieron de inspiración para escribir sus “Émaux bressans”, un recueil que
tuvo una gran difusión y le volvió muy popular en todo el país. Su estilo, sin
embargo, es mucho más jovial y desenfadado que el de la mayoría de los
costumbristas y regionalistas, normalmente obsesionados con la faceta solemne y
emotiva de su labor de ensalzamiento de la patria. Tal vez esto tenga algo que
ver con su carácter, lo mismo que su amistad con Paul Verlaine, que databa de
los tiempos en que ambos coincidieron en el mundillo parnasiano y parisino.
Finalmente, el sofisticado Robert de Bonnières de Wierre (1850-1905) sólo podía haber
estudiado en el elitista colegio Stanislas de París, con tan redundantemente
aristocrático nombre. Aunque fue destinado desde un principio a ejercer la
carrera diplomática por su familia, pronto se decantó por la literatura. En
cuanto concluyó su servicio militar durante la sangrienta guerra
franco-prusiana, trabó amistad con buen número de escritores, pintores y
músicos en la alta sociedad parisina, cuyas puertas tenía abiertas, digamos,
por derecho de casta. El grueso de su producción está dedicada a la prosa: fue
conocido, en especial, por sus artículos de crítica (en los que establece una
semblanza de primera mano de los entresijos de su época, muy frecuentados por
los estudiosos actuales), así como por sus colecciones de cuentos al estilo de
Perrault.
También escribió varias novelas, y los “Cuatro sonetos rusos” con que
contribuyó a la tercera antología de “Le Parnasse contemporain”, los cuales voy
a publicar íntegros en este blog el mes próximo.