miércoles, 29 de agosto de 2018

Louise Colet - Paestum


PAESTUM
De la antología “Le Parnasse contemporain II” (1870)

La lascive Paestum n’a pas laissé d’annales;                              La lasciva Pestum no ha dejado crónicas.
L’oubli la châtia de son inanité;                                                    El olvido la castigó con la irrelevancia.
À peine si Tibulle en un vers a chanté                                          Tan sólo Tíbulo ha cantado en un verso
Les roses qui jonchaient ses molles saturnales.                         las rosas que se sembraban durante sus veleidosas saturnales.

Dans une plaine morne, où grincent les rafales,                        En una lúgubre planicie, donde las ráfagas aúllan,
Où la Mal’aria verse un souffle empesté,                                     donde la malaria vierte sus miasmas pestilentes,
Le néant la coucha de ses mains sépulcrales,                             la nada la depositó con sus manos sepulcrales
Et le passant se dit: «Elle n’a pas été.»                                        y el viajero se dice: “Pestum no ha existido”.

Mais voilà que, vibrant comme trois grandes lyres,                 Pero he aquí que, vibrando como tres grandes liras,
Surgissent lumineux d’un marécage noir                                   luminosos, surgen de un pantano negro
Ses trois temples, debout sur la pourpre du soir.                     sus tres templos, firmes ante la púrpura del atardecer.

Clairs parvis, pleins jadis d’olympiens délires,                         Despejados atrios, plagados antaño de delirious olímpicos,
Les spectres de vos dieux errants sur les chemins                   ¿los fantasmas de vuestros dioses, errando por los caminos,
Sont-ils ces pâtres nus aux fiers profils romains?                    son acaso esos desnudos pastorcillos de altivo perfil romano?




Louise Colet - Groupes d'arabes


GROUPES D’ARABES                                                                      GRUPOS ÁRABES
De la antología “Le Parnasse contemporain II” (1870)

Aux pieds d’un sphinx, gardien d’une âpre sépulture,               A los pies de la esfinge que guarda una sepulture escabrosa,
Béante sur le seuil du désert au sol roux,                                      abierta en los límites del desierto sobre el rojizo suelo,
Des Arabes pensifs, couchés dans leur burnous,                         los pensativos árabes, recostados en albornoz,
Caressent l’yatagan qui brille à leur ceinture.                              acarician el yatagán que refulge en su cintura.

Rayonnement du front, fierté de la stature,                                  El resplandor de la frente y el orgullo de su estatura
Attestent les aïeux dont ils descendent tous;                                delatan a los antepasados de quienes descienden:
Moïse et Mahomet sous leur double imposture                           Moisés y Mahoma, con su doble impostura,
Ont courbé cette race à l’œil superbe et doux.                              han forjado esta raza de aspecto soberbio y apacible.

Prêtres-rois, leurs aïeux ont régné dans Solime,                          Sacerdotes-reyes, sus antepasados han reinado en Jerusalén;
Puis, vainqueurs, radieux, créant un art sublime,                        luego, victoriosos, radiantes, concibiendo un arte sublime,
Ils ont fondé le Caire et bâti l’Alhambrah.                                     han fundado El Cairo y erigido La Alhambra.

D’éternels monuments ils ont ceint la Sicile,                                Han rodeado Sicilia de eternos monumentos,
Mais, hélas! désormais, race inerte et servile,                               ¡pero desde entonces, ay, cual raza consumida y servil,
Sous le joug ottoman tout Arabe est fellah!                                   bajo el yugo otomano todos los árabes son simples peones!




La parnasiana luchadora


Louise Collet (1810-1876) escribió el grueso de su obra poética durante la etapa romántica, y he aquí la razón de que sólo aparezca tímidamente con algunos sonetos en las dos últimas entregas. Desde luego, no fue por irrelevancia o marginación por lo que no contribuyó más ampliamente al parnasianismo, cuyo advenimiento le pilló a edad avanzada. Su influencia y popularidad en el mundillo artístico parisino eran enormes: a su quehacer literario, premiado con numerosos reconocimientos oficiales de la Académie Française, habría que añadir su condición de anfitriona de un salón literario frecuentado por personajes de la talla de Baudelaire, Victor Hugo, Alfred de Vigny o Alfred de Musset. Con estos dos últimos, incluso, se dice que mantuvo relaciones sentimentales pasajeras.
Louise había nacido en la Provenza, una region periférica y meridional, donde sus aspiraciones no podrían haberse cumplido, ni siquiera remotamente. No sería conjeturar en exceso que su matrimonio con el compositor Hypolitte Colet, en 1834, cuando éste acababa de obtener el prestigioso Premio de Roma y de convertirse en un prometedor músico, pudo deberse a la ambición de la bella joven de abandonar su tierra natal y buscar un estilo de vida más libre, más que al surgimiento de un idilio genuino entre ambos. De hecho, seis años más tarde, cuando Louise da a luz a su primera hija, ¡tanto su marido como su amante “oficial” de entonces, el politico Victor Cousin, se negaron a reconocer la paternidad del niño! Aquel hecho desconcertante causó un escándalo mayúsculo en la sociedad parisina, que a punto estuvo de desembocar en tragedia, cuando la colérica Louise Colet trató de apuñalar, sin éxito, al periodista (hoy diríamos “paparazzi”) que lo había divulgado. Sin embargo, es probable que de todas estas vicisitudes de juventud y, en el fondo, inmadurez, acabara nuestra poetisa extrayendo lecciones provechosas; pues, a la muerte de su marido el compositor, en 1851, en lugar de volver a casarse para mantener su lujoso tren de vida, optó audazmente por intentar subsistir por sus propios medios, siguiendo una profesión literaria; así como por relacionarse sentimentalmente con quien a ella le diera la gana. Su amorío más prolongado y famoso, no obstante, tuvo lugar con el novelista Gustave Flaubert, manteniendo ambos una extensa correspondencia hasta 1856, fecha de su rupture.



Hoy en día, por desgracia, apenas si se recuerda a Louise Colet por alguna que otra novella o ensayo, además de por su relación con Flaubert, la cual ha sido considerada por muchos estudiosos del asunto, como fuente de inspiración para el inmortal personaje de Madame Bovary. Esperemos que, con la bendición de Apolo, las mujeres del futuro, en su afán, ya manifiesto en la actualidad, de rescatar a sus predecesoras y precursoras del olvido, lleguen a fijarse en esta ambiciosa rimadora provenzal.