Léon Cladel (1835-1892) era de
origen humilde: su padre, guarnicionero, y su madre, hija de campesinos,
pudieron enviarle a estudiar Derecho, pero renunció a su carrera universitaria
para marchar a París como muchos otros jóvenes deseosos de labrarse una carrera
literaria. En la capital, con apenas veinte años, trabó enseguida amistad con
Baudelaire, quien le doblaba en edad: el maestro le recibió en numerosas
ocasiones en su casa y accedió a prologarle su primera novela. Cladel dejó
escritos muchos recuerdos acerca de su relación con Baudelaire, y existe un
amplio estudio en otro blog acerca de este asunto. En agradecimiento, Cladel le
dedicó su primera colección de poemas. Aunque Baudelaire murió pocos años
después de haberse conocido, y no veremos al “huérfano literario” de Cladel
formar parte de “Le Parnasse contemporain” hasta la segunda y tercera entregas, lo cierto
es que el enfoque de su narrativa, dedicada a reproducir los ambientes, las
costumbres y la idiosincrasia del pueblo llano de su región natal, Quercy, en
el sur de Francia, le hicieron cobrar fama enseguida, hasta el punto de que
pudo abandonar París para regresar a su tierra en busca de inspiración, sin que
esto mermara sus relaciones editoriales. En 1871, sin embargo, tenemos de nuevo
a Cladel en la capital, casándose con una joven artista judía que le dio cinco
hijos (todos los cuales recibieron una educación laica, y entre los que luego
hubo escritores, pintores, escultores, etc.); y participando activamente en la
Comuna, al igual que Verlaine, lo que le valió una larga reclusión en la cárcel
tras la victoria de los conservadores (por no decir que a punto estuvo de ser
fusilado por traición a la patria). Sus novelas posteriores profundizan en esa
época, retratando a los personajes y a los ideales de esa tentativa
revolucionaria fallida, por lo que la censura siempre planeó sobre éstas.
Hoy se considera a Cladel,
fundamentalmente, como novelista de estilo naturalista, seguidor de Zola,
mientras que su poesía sólo apareció, por lo general, de forma fragmentaria en
revistas literarias, y no se recopiló hasta después de su muerte. Resulta
curioso que no existan en lengua española traducciones de tales obras, ni de
las novelas (a pesar del enorme interés que podrían despertar entre una parte
considerable del público lector) ni de las poesías. Por nuestra parte,
trataremos de subsanar, dentro de nuestras posibilidades, esta última laguna en
el blog.
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