martes, 4 de diciembre de 2018

El discípulo de Baudelaire


Léon Cladel (1835-1892) era de origen humilde: su padre, guarnicionero, y su madre, hija de campesinos, pudieron enviarle a estudiar Derecho, pero renunció a su carrera universitaria para marchar a París como muchos otros jóvenes deseosos de labrarse una carrera literaria. En la capital, con apenas veinte años, trabó enseguida amistad con Baudelaire, quien le doblaba en edad: el maestro le recibió en numerosas ocasiones en su casa y accedió a prologarle su primera novela. Cladel dejó escritos muchos recuerdos acerca de su relación con Baudelaire, y existe un amplio estudio en otro blog acerca de este asunto. En agradecimiento, Cladel le dedicó su primera colección de poemas. Aunque Baudelaire murió pocos años después de haberse conocido, y no veremos al “huérfano literario” de Cladel formar parte de “Le Parnasse contemporain” hasta la segunda y tercera entregas, lo cierto es que el enfoque de su narrativa, dedicada a reproducir los ambientes, las costumbres y la idiosincrasia del pueblo llano de su región natal, Quercy, en el sur de Francia, le hicieron cobrar fama enseguida, hasta el punto de que pudo abandonar París para regresar a su tierra en busca de inspiración, sin que esto mermara sus relaciones editoriales. En 1871, sin embargo, tenemos de nuevo a Cladel en la capital, casándose con una joven artista judía que le dio cinco hijos (todos los cuales recibieron una educación laica, y entre los que luego hubo escritores, pintores, escultores, etc.); y participando activamente en la Comuna, al igual que Verlaine, lo que le valió una larga reclusión en la cárcel tras la victoria de los conservadores (por no decir que a punto estuvo de ser fusilado por traición a la patria). Sus novelas posteriores profundizan en esa época, retratando a los personajes y a los ideales de esa tentativa revolucionaria fallida, por lo que la censura siempre planeó sobre éstas. 



Hoy se considera a Cladel, fundamentalmente, como novelista de estilo naturalista, seguidor de Zola, mientras que su poesía sólo apareció, por lo general, de forma fragmentaria en revistas literarias, y no se recopiló hasta después de su muerte. Resulta curioso que no existan en lengua española traducciones de tales obras, ni de las novelas (a pesar del enorme interés que podrían despertar entre una parte considerable del público lector) ni de las poesías. Por nuestra parte, trataremos de subsanar, dentro de nuestras posibilidades, esta última laguna en el blog.


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