UN SÉNATEUR
ROMAIN UN SENADOR ROMANO
Del libro
“Idylles et legends”
César, sur
le pavé de la salle déserte, César, sobre el enlosado de la sala desierta
Sous sa
toge aux grands plis, gît dans sa majesté. y bajo su toga arrugada, yace en su
majestad.
Le bronze
de Pompée avec sa lèvre verte La verdosa estatua de bronce de Pompeyo sonríe
À ce
cadavre blanc sourit ensanglanté. ante ese cadáver exangüe y ensangrentado.
L’âme, qui
vient de fuir par une route ouverte Su alma, que se acaba de escapar por el
camino
Sous le fer
de Brutus et de la Liberté, abierto por el hierro de Bruto y la libertad,
Triste,
voltige autour de sa dépouille inerte entristecida, revolotea en torno a sus
despojos inertes
Où
l’indulgente Mort mit sa pâle beauté. en que la muerte, indulgente, puso su
pálida belleza.
Et sur le
marbre nu des bancs, tout seul, au centre, Y entre los bancos de mármol,
completamente solo,
Des
mouvements égaux de son énorme ventre hinchando su enorme vientre al mismo
ritmo
Rythmant
ses ronflements, dort un vieux Sénateur. que sus ronquidos, duerme un viejo
senador.
Le silence
l’éveille, et, l’œil trouble, il s’écrie El silencio lo despierta y, con ojos
inquietos, exclama
D’un ton
rauque, à travers l’horreur de la Curie: en tono ronco, atravesando el horror
de la Curia:
«Je vote la
couronne à César dictateur!» “¡Voto conceder la corona al dictador César!”
Para culminar este año, publico este soneto que leí hace poco, obra del ganador del Premio Nobel Anatole France, el cual fue dedicado a su amigo, el pintor Jean-Léon Gérôme. Y resulta que recordaba haber visto hace años un cuadro muy similar a la escena descrita por France, cuál fue mi sorpresa al localizarlo y constatar que es idéntico: lo voy a incorporar a esta entrada, añadiendo también que el cuadro se titula "La muerte de César", del año 1867, y que más de un aficionado a la pintura se habrá preguntado, a buen seguro, qué diablos representaba ese senador dormido que, a la derecha del lienzo, parecía tener tanta importancia en la composición como el propio cadáver de César. Me considero muy afortunado de poder dar esa respuesta a los amantes del Arte pictórico, y lo considero un buen augurio para el año próximo, en el que espero, por fin, ofrecer a los lectores algo más que pequeñas muestras de aquella época excepcional de la poesía que fue la segunda mitad del siglo XIX francés.
¡Que Apolo nos sonría a todos, que falta nos hace en estos tiempos tan aciagos!
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